sábado, 8 de junio de 2013

El lechugar de la chabola







El lechugar de la chabola.







Perros guardianes de la nada atados a cadenas oxidadas por la brisa del mar que llega a la montaña.
De los corrales de panal brota el ladrido de los canes.
Más asustados que violentos alertan al hombre que inquieto transita por la cuesta de San Antonio, y al propietario que asoma el ojo sanguinolento a la ventana. 







Entre las polvorientas chabolas de cemento y ladrillo se encuentra en medio de un bancal abandonado un lechugar bravío. Momento de un sueño que llega a su fin. Cómo los senos las hojas abiertas. Abiertas cómo las navajas las hojas. A punto de irse. 





Tiene la lechuga en verano prisas. Es una gacela verde que rápido se espiga. Brota de sus hojas un cuerno de unicornio repleto de flores.





Angelillo de Uixó, agricultor marginal. Cambio lechugas y tomates de mi bancal con sabor a chabola por otros alimentos, no importa que sea de cáritas, la cruz roja o el partido socialista, y doy petardos de regalo para hacer ruido y cerillas para prender fuego a la policía.