viernes, 19 de enero de 2018

Cuba-vacía, sequía Vall d´UIxó




Eran las tres y media de la tarde, mi reloj presentía como yo que no llovería en mucho tiempo. Estaba junto la puerta de casa en manga corta  un cálido 18 de enero. Me entretenía contemplando  un cielo azul transparente rayado por  las columnas de humo blanco de los aviones que formaban un tres en raya sobre mi cabeza . Por la radio, encendida en el cuarto, escuchaba a la alcaldesa de Vall d´ UIxó lo bien que iban las cosas en fitur , la feria  de turismo, para el pueblo. Estaba contando como había cerrando una gran oferta turística  que atraería a las grutas y río subterráneo  de San José, en Vall d Uixó, turistas que visitaban el castillo de Sagunto. A la hora en que me dijo que vendría, llegó puntual como prometió la cuba. Subía pesadamente el camión por la cuesta de San Antonio. Parecía una escandalosa tormenta. A cada bache del camino, hecho por los vecinos hacia años, lanzaba agua por los costados. Cuando le di el alto. paró saltando  agua como una ola por encima del depósito y los cristales de la cabina. Golpeó el suelo el agua como hacia meses que no ocurría. El camionero bajó lentamente. Gesticuló algo parecido a un saludo, y me preguntó donde estaba el aljibe. Entramos juntos. Echo un mirada a la casa, y lanzó sin darse cuenta un silbido.
-Esta hecha una mierda jefe- le dije yo como excusa- la crisis me ha afectado de lleno en este asqueroso pueblo. Y la maldita sequía no me ayuda, los pocos ingresos que tenía, venían de hacer alguna chapuza y de unas huerta. Ahora no tengo chapuzas, y en la tierra con esta jodida sequía no crece ni las malas hierbas, y este maldito  Ayuntamiento, la tiene liada conmigo. Estamos malditos aquí.
EL camionero indiferente  a lo que decía me acompañó a la cocina donde estaba el aljibe.
Unos treinta o treinta cinco metros de manguera se necesitan- contestó.
Salimos a la calle y empezó a desatar las mangueras que iba tirando en rollos al suelo. Yo le ayude a unir las bocas. Una vez estuvo todo dispuesto me mandó ir al aljibe a sujetar la manguera porque iba a tirar con mucha presión. Escuche como arrancaba un pequeño motor independiente enganchado en la parte trasera del motor y efectivamente, casi no me dio tiempo a coger la manguera que empezó a pegar golpes contra las paredes de cemento del negro aljibe cuyo suelo seco de veía. El agua, estrepitosamente cayó produciendo un gran estruendo, como un golpe salvaje y alegre. Yo, por mi parte parecía luchar contra una anaconda, la manguera se levantaba periódicamente. Así estuve unos 15 minutos donde cayeron unos 10.000 litros de agua. De vez en cuando miraba hacia atrás y veía empapado el pasillo y un gran charco en el comedor. Por los agujeros, producidos por los arrastres de las gomas salían chorros de agua en todas direcciones, hacia arriba, hacia abajo, hacia un lado o hacia otro. Yo me sentía alegre de tener ese agua, como un agricultor sediento. Pensaba preparar los semilleros, para volver a plantar, sobre todo tomates y pimientos, lechugas, sobre todo a partir de marzo, incluso comprar en la cooperativa de Vall d´Uixó, a  la que cada vez me gustaba menos ir, al haberse convertido en una cooperativa para domingueros, cara y con poco genero, y no de mi gusto. Nada como hacerse el semillero uno mismo, con sus semillas. Pero necesitaría algunos kilos de patatas. Las que guardaba para plantar,  por desgracia, ante el hambre, al igual que el trigo y el amaranto, me las tuve que comer.
el motor de repente silenció. La goma pegó unos golpes espasmódicos quedando quieta.
El camionero y yo empezamos a recogerla.
Ya en la puerta, me entregó  la factura.
Son 100 euros.

De un pañuelo saqué el dinero, Apenas me quedaba poco más. Le pagué.
El hombre me miró, se quitó el guante, y me dio la mano.
Suerte amigo- me dijo al despedirse.
cuando me soltó la mano, subió como bajo. lentamente. costándole un poco llegar al asiento por estar algo fondón. Arrancó. Sonó pesada y monótonamente  el motor. una pequeña columna de humo negro se formo cuando acelero mientras soltaba el freno de mano. Poco a poco, las ruedas empezaron a girar haciendo sonar todo el metal del vehículo al moverse. Y así , como si se arrastrará se fue alejando por la cuesta de San Antonio hasta desaparecer.
Angelillo de Uixó.
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lunes, 8 de enero de 2018

Elegía en las tinieblas de Vall d´Uixó ( A Ignacio)




dejo esta elegía a un hombre de Vall d´ Uixó, que ha hecho mucho por el patrimonio, ojalá tuviera palabras para poder expresar el dolor que siento, imaginar a este hombre, de otros tiempos, que siempre vivió para su familia, y como ha muerto.  comido por los perros entre las oliveras. En esa patrimonio abandonado, donde al salir al monte te puedes encontrar, no solo con  los robos, sino con una muerte salvaje. Unos perros. 

A Ignacio.
hoy necesito llorar a un compañero, cuando me han puesto delante la fotografía de su hijo hablando de su padre y narrando su muerte. Quiero llorarla, como se llora  la muerte de un hombre robusto y generoso.  Siempre se puso enfrente de todos los pesares y desventuras de esta tierra,  para sacar adelante a su familia. Nos unía el amor a la agricultura. Esa que le sorprendió entre sus oliveras, hasta darle un hachazo mortal . La misma tierra que me espera, y a él,  ya lo devora impaciente,  dejando atrás  un recuerdo de anónima grandeza. No hay mejor legado para un hombre, ni para nuestro pueblo.  A su hijo, Nacho, le debo conocer el paisaje de la sierra . Fue  su hijo, mi jefe de máquinas en una azulejera, el que me inculco el amor al trabajo de los huertos. Mis primeras lecciones que me dio a mí, venido de Valencia, fueron en el jardín de mi casa. Podando el peral , plantando unas coles, y una áloe vera que aún conservo. Vuelve su flor primitiva, ruda y amarilla, todas las  primaveras .  Siempre he hallado en ellos una familia acogedora y generosa, que  me abrieron sus puertas, y  compartieron conmigo lo que tenían. Gente laboriosa, infatigable, resistente en las adversidades, con las que lidian a diario. Representan un oleo de una estirpe infatigable  que   logro un día el pueblo de Vall d´Uixó.
Hoy, nuestro corazón está de luto. Nuestro corazón de obreros debe ser fuerte.-
! hasta para llorar!-  Sin escatimar en las  lágrimas enraizadoras del intimo  el dolor, con el amor a la vida que nos protege.
No nos han destrozado, ni lo conseguirán, pese habernos echado  una jauría.
Ignacio ha muerto de una forma salvaje, brutal, estremecedora, indigna.  Pero volverá a nuestros campos, a nuestro lado, cuando regrese la primavera.

Elegía.
!Hay gente tan fuerte!
capaz de sufrir todos los golpes.
Llegan de alguna recóndita tiniebla de improviso.
Que se nos escapa a comprender.
!Y pobres, pobres... de aquellos generosos de corazón!

Se alzan como una barrera a esa frontera salvaje,
empujados por la compasión y el coraje.
Para que el resto sorteen esas tinieblas.
Puestas de repente ante nosotros...
quien sabe por qué, o por quién.
Y el resto...
el resto, !somos pobres diablos!
Nosotros,
  que aún flotamos enloquecidos en la luz de la vida.
Preguntándonos con la mirada perdida y asustada:
-Dios mío, ¿ como ha pasado esto?


Angelillo de Uixó.